domingo, 28 de febrero de 2010
Cine // Crítica // 'Amor sin escalas'
Teatro // Crítica // 'Amargo Dulzor', de Marcelo Katz
Produciendo una especie de sobredosis de Clown, llegué al Konex con las ansias de ver Amargo Dulzor, otra pieza escrita por Marcelo Katz y dirigida por él y Hernan Carbón.
En contraposición a la anteriormente comentada, Aires, o a Aguas, esta pieza no tiene elencos multitudinarios, y estos no llevan pelucas ni narices, pero no por ello deja de ser un desopilante espectáculo clownesco. Con las anteriores experiencias, un espectáculo de Marcelo Katz, promete un gratificante momento y una posterior recomendación.
El espacio escénico está ubicado en el patio del Konex (en la sede de Sarmiento 3131) y es bastante sencillo: una pantalla blanca en la que se ven sombras chinescas y nada más.
Como mencioné anteriormente: no es un elenco numeroso. Tan solo cuatro Clowns en escena.
La obra comienza con una pequeña canción (existirán varias en el trascurso de la obra) y sigue con un increíble monólogo a cargo de Acetato (Martín López Carzolio) en el cual se lo ve divertirse constantemente, jugar con las cosas que surgen en el momento, lo que da la idea de que cada función, el texto no es idéntico.
Como dije anteriormente, la obra está poblada de canciones cantadas y tocadas en vivo por los mismos actores. Generando historias en cada una de ellas, y vínculos entre los personajes. La voz de la actriz Virginia Kaufmann es algo realmente encantador que le pone a cada canción un sentimiento bellísimo; a esto debemos sumarle el ingenio de ciertas letras y la interpretación simultánea de la misma por otra parte del elenco (es el caso de una canción en la que dos actores se golpean casi todo el tiempo).
Llegado un momento, la divertida y ocurrente Sagitario (Julieta Carrera) se sortea a sí misma por la imperiosa necesidad de estar con alguien y dejar de sentirse sola.
El juego con el público es constante, desde miradas, besos en el aire, piropos y deseos de concretar una relación.
El efecto de las sombras es utilizado de diferentes formas en cada uno de los sketchs y es un recurso imprescindible para la comprensión de ciertas partes.
Con respecto al sonido del lugar: no es ninguna preocupación que estén al aire libre, ya que cada actor cuenta con un micrófono inalámbrico de diadema, el cual les permite que el público siga escuchando sus palabras mientras se desplazan por entre los espectadores. La iluminación no es nada fuera de lo conocido, y es utilizada, en ciertas ocasiones, por los actores si les da en forma directa a los ojos.
Es una experiencia que vincula risa, música, baile, sombras y un constante juego. Pero como bien dije antes, se los ve disfrutar, jugar e improvisar en muchas situaciones (principalmente la anteriormente mencionada, Sagitario), así que cada función debe tener detalles diferentes, por eso es importante que cada uno tenga su experiencia de este espectáculo.
(Función: Sábado 27 de febrero)
Teatro // Crítica // 'Aires', de Marcelo Katz
Una gigantesca carpa puesta por el gobierno en Garay y Combate de los pozos fue la cuna de Aires, un espectáculo de Clown dirigido por Marcelo Katz, el cual está desde el 2008 en cartel.
Habiéndola visto anteriormente, noté modificaciones en el elenco, pero no así en la estructura y en las bellísimas imágenes con las que cuenta la delirante pieza clownesca basada en el aire.
Ni bien se ingresa al lugar, el divertido Havanna (Lisandro Penelas) te recibe y se acerca para decirte "Pueden ir sentándose en las sillas amarillas de ahí", provocando un efecto redundante que hace empezar la obra con muy buena predisposición.
La obra tiene, como mencioné anteriormente, imágenes realmente muy atractivas para el ojo del espectador. La obra comienza bañando al público de pequeños papelitos que fueron succionados por una máquina anteriormente. Y como segundo punto importante una coreografía sobre el final de la obra en la que una luz tenue baña al elenco, que sostiene con hilos unos globos violetas inflados con helio.
La puesta en escena es sencilla, con tan solo dos salidas por los costados y una escalera en el medio, lo que hace lucir al elenco, sin provocar distracciones con otros objetos. También cuentan con algunos objetos propios de la temática de la obra, como un ventilador, aspiradora, entre otros.
La iluminación pasa sin pena ni gloria, aunque no es un dato menor que casi sobre el final de la función se cortó la luz. El público recibió dicho hecho como algo intencional, y provocado por los técnicos para provocar un efecto específico, hasta que una actriz aclaró que no era así. En ese momento se sintió un poco de caos sobre el escenario, ya que no pudieron pautar nada de antemano y todos realizaban diferentes cosas. No ingresaba luz por ningún lugar. Primero se prendió un tubo de emergencia, luego volvió la luz por poco tiempo, se cortó nuevamente y al final volvió. De todas formas, una vez que ya había pasado la falla técnica, los actores tomaron eso positivamente, apurando la acción que estaban llevando a cabo "por si se cortaba nuevamente".
No puedo finalizar esta nota, sin mencionar el encanto de Sagitario (Julieta Carrera) al vincularse con el público y hacerlo partícipe de las situaciones de la obra. Su Clown es una mujer sola que busca entre el público una pareja que le de respiración boca a boca, ya que "está pasando un momento físico emocional muy difícil". De este juego, yo en particular, me sentí participe, ya que fui uno de los seleccionados por esta divertidísima Clown oriunda de Mar del Plata para ofrecer todo, todo el tiempo.
El espacio físico tenía la gran desventaja de que, si por esas casualidades, pasaban varios colectivos seguidos, había que hacer mucho esfuerzo por escuchar a los actores, ya que no solo era una carpa, sino que el lugar era realmente grande (una carpa de gran diámetro y altura notable).
De todas formas, esto no hizo que no saliera del espectáculo con una sonrisa constante y una enorme satisfacción, tras haber visto un espectáculo tan divertido, en el cual me sentí participe por el trato de los actores con el público.
(Función: Viernes 26 de febrero)
Teatro // Crítica // 'Contrapunto', de Anthony Shaffer
El decidir ir al teatro es algo difícil, ya que interfieren muchos factores: cuánto dinero se puede gastar, que día ir y finalmente qué obra ver. Ingresar a una sala de teatro en corrientes es algo imponente para cualquiera, debido a las dimensiones y a las increíbles puestas que nos tiene acostumbrado el teatro comercial de la Ciudad de Buenos Aires.
El reto es doble si se le suma ir a ver una obra con actores de renombre y de la cual salieron increíbles críticas. Uno va con la cabeza de otra manera, con una predisposición y unas expectativas muy altas. Por suerte, al ver Contrapunto, con la dirección de Agustín Alezzo, dichas expectativas se cumplieron.
Una pieza clásica de aproximadamente una hora y media de duración (sumado a eso, un intervalo de quince minutos), dos actores con una dicción y un manejo del escenario digno de destacar (por más de que uno ya crea que es algo con lo que eso será algo obvio) y una puesta que sitúa al espectador dentro del hogar en el que se desarrolla la obra.
Es para remarcar el trabajo corporal del Leonardo Sbaraglia, llevando a cabo cambios en su personaje en el trascurso de la obra.
La historia toma real forma y color pasado el intervalo, cuando ciertos ingredientes sorpresa ingresan al argumento de la obra. En la primera mitad, la pieza de Anthony Shaffer no deja en claro el verdadero argumento, ubicándonos en situaciones que no despiertan gran inquietud, pero eso provoca un mayor entusiasmo en la segunda mitad.
Con respecto a la iluminación, podemos decir que no hay un gran despliegue, ya que la puesta en sí no lo necesita. Aunque el piso tiene un detalle de iluminación que en cierta forma distrae, ya que no tiene gran relevancia en el argumento.
Como salida teatral, es digna de recomendar. Pero, lamentablemente, me veo en la obligación de destacar que ciertas actitudes del público de teatro comercial produce cosas que al espectador que disfruta realmente de ir al teatro (sin importar si es comercial o under) le molestan. Y es el caso del comentar en el trascurso de la obra lo que sucede, el aplauso con la aparición de un personaje conocido (en este caso, ambos lo son), y el hacer ruido con la bolsa de alimentos. Aunque de esto también culpo al Multiteatro, ya que antes y en el medio (intervalo) ingresan vendedores ambulantes.
Como último pedido: apaguen los teléfonos celulares cuándo se pide por favor por el altavoz. Distrae, molesta y es una falta de respeto.
(Función: Domingo 21 de febrero)