El decidir ir al teatro es algo difícil, ya que interfieren muchos factores: cuánto dinero se puede gastar, que día ir y finalmente qué obra ver. Ingresar a una sala de teatro en corrientes es algo imponente para cualquiera, debido a las dimensiones y a las increíbles puestas que nos tiene acostumbrado el teatro comercial de la Ciudad de Buenos Aires.
El reto es doble si se le suma ir a ver una obra con actores de renombre y de la cual salieron increíbles críticas. Uno va con la cabeza de otra manera, con una predisposición y unas expectativas muy altas. Por suerte, al ver Contrapunto, con la dirección de Agustín Alezzo, dichas expectativas se cumplieron.
Una pieza clásica de aproximadamente una hora y media de duración (sumado a eso, un intervalo de quince minutos), dos actores con una dicción y un manejo del escenario digno de destacar (por más de que uno ya crea que es algo con lo que eso será algo obvio) y una puesta que sitúa al espectador dentro del hogar en el que se desarrolla la obra.
Es para remarcar el trabajo corporal del Leonardo Sbaraglia, llevando a cabo cambios en su personaje en el trascurso de la obra.
La historia toma real forma y color pasado el intervalo, cuando ciertos ingredientes sorpresa ingresan al argumento de la obra. En la primera mitad, la pieza de Anthony Shaffer no deja en claro el verdadero argumento, ubicándonos en situaciones que no despiertan gran inquietud, pero eso provoca un mayor entusiasmo en la segunda mitad.
Con respecto a la iluminación, podemos decir que no hay un gran despliegue, ya que la puesta en sí no lo necesita. Aunque el piso tiene un detalle de iluminación que en cierta forma distrae, ya que no tiene gran relevancia en el argumento.
Como salida teatral, es digna de recomendar. Pero, lamentablemente, me veo en la obligación de destacar que ciertas actitudes del público de teatro comercial produce cosas que al espectador que disfruta realmente de ir al teatro (sin importar si es comercial o under) le molestan. Y es el caso del comentar en el trascurso de la obra lo que sucede, el aplauso con la aparición de un personaje conocido (en este caso, ambos lo son), y el hacer ruido con la bolsa de alimentos. Aunque de esto también culpo al Multiteatro, ya que antes y en el medio (intervalo) ingresan vendedores ambulantes.
Como último pedido: apaguen los teléfonos celulares cuándo se pide por favor por el altavoz. Distrae, molesta y es una falta de respeto.
(Función: Domingo 21 de febrero)
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